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Liberarse interiormente

(extraído del libro «Volar sobre el pantano» de Carlos Cuahtémoc Sánchez)

Llenarse de energía interior liberándose de cadenas mentales…

Libérate de la creencia de ser el protector de la humanidad. Tienes derecho a no cargar con las culpas de otros.
Ayudar, cooperar, conceder, dar son actitudes de servicio sublimes cuya grandeza estriba precisamente en ser una muestra voluntaria de la generosidad del alma; pero las mismas actitudes pierden su excelsitud cuando se viven a fuerza, por presión o manipulación de otros.
Es momento de empezar a madurar. Tienes derecho a negarte cuando otra persona te trate de obligar a pagar sus culpas.
Es verdad que nuestras actitudes pueden cambiar el rumbo de la existencia de otros, pero en muy pocas ocasiones somos responsables de su ruina. Cada uno puede enderezar el camino de su vida y tú no eres responsable si alguien no lo hace.
Libérate de la presión del sufrimiento ajeno.
Entender que tú no eres el protector de la humanidad, que el sufrimiento ayuda al progreso de quien lo padece y que no hay nada malo en el dolor, pues éste nos hace mejores, es básico para liberarse del primer grillete.
Recuerda siempre: Tienes derecho a no cargar con las culpas de otros. Sobre todo si te obligan a ello, porque entonces no lo harás por servicio o por misión sino por manipulación y nadie puede manipular a una persona madura.

Libérate de la obligación de ser perfecto. Tienes derecho a cometer errores y pagar por ellos.
Si te, equivocas acéptalo, no te defiendas, no busques justificaciones. Grábatelo con fuego: tienes derecho a cometer errores. Tantos como necesites cometer para ir aprendiendo las lecciones de la vida.
Entiende que en el futuro seguirás cometiendo errores y no te sientas mal por ello ni te inhibas para tomar nuevos riesgos. Continúa moviéndote, decidiendo, actuando, aunque te equivoques.
Cada error tiene su precio y debes aceptar pagarlo gustoso
Calificar a las personas con un ‘eres’ acompañado de adjetivos denigrantes es una insolencia enorme. No permitas que algún manipulador te cuelgue etiquetas permanentes y si lo han hecho ya, arráncaselas con decisión para siempre.

Libérate de la rigidez. Tienes derecho a cambiar de opinión
El no atreverse a rectificar el camino, por temor a que alguien se enoje, es un acto pueril e irresponsable. Erradica esa costumbre, quítala de tu cabeza. La rigidez es una excelente cadena que te hace fácilmente muñeco de otros, pues te obliga a mantenerte atado a decisiones que en su momento fueron buenas pero que ya no lo son. La gente y las circunstancias cambian; lo que antes consideraste conveniente puede no serlo a la luz de nuevas ideas. Tienes derecho a cambiar de opinión.
Como es de esperarse, hay que saber también que ejercer este derecho tiene un precio. Con frecuencia, al cambiar de opinión pagarás pérdida de bienes, retroceso en el. camino andado, molestia en otros, etcétera; pero valora lo que pierdes y lo que ganas para actuar después, con los pies en la Tierra, según te convenga. No te sientas atado de manos sólo porque afirmaste algo. Ésas son pamplinas que te hacen víctima de los manipuladores. Tienes derecho a cambiar de opinión.
Si compraste algo y no te gustó, devuélvelo, si anunciaste hacer un negocio determinado, pero luego reflexionas que te beneficia otra cosa, el ‘echarse para
atrás’ no será muestra de inmadurez sino de todo lo contrario. Por supuesto que pocos lo entenderán. Te tildarán de inconsistente, de no tener palabra y si logran intimidarte, cederás y harás algo que de antemano sabes perjudicial. Pero detente… Miles de personas, en una moral mal entendida, se esfuerzan por defender su posición aún sabiendo que es errónea, millones de seres humanos viven soportando situaciones terribles cuando por dentro quisieran cambiar y liberarse de las presiones que aceptaron en otra época. Los que no pueden superar la zona de aprobación suelen tener pánico a que los demás piensen mal de ellos, por eso se ven en la necesidad de hacer cosas que no quieren. (…) Si exaltado por los calores del momento te retaste a golpes con alguien o juraste hacer algo que posteriormente evalúas inconveniente, piénsalo mejor, no hagas lo que ya no quieres hacer. Tienes derecho a cambiar de opinión.

Libérate de la obligación de saberlo todo. Tienes derecho a decir “no sé” o “no entiendo”.
Las personas de mente cerrada tratan de hacer sentir mal a los demás demostrándoles cuán ignorantes son. Te preguntan si has leído determinado libro, si conoces a cierto personaje, si estás enterado de las noticias, esperando que caigas en alguna torpeza para echártela en cara… Recuerda que no tienes por qué fingir o aducir que tal o cual cosa, en efecto, te parece conocida. Arráncate el grillete.
Tienes derecho a decir ‘no sé’ o «no entiendo’. Si te preguntan qué piensas de aquello, no te angusties, puedes contestar con un simple NO SÉ. Si alguien te exige algo que te parece ilógico, dile que no entiendes por qué te pide eso, y no accedas hasta que te explique a tu entera satisfacción. Si alguien está enojado y no sabes la razón, dile abiertamente que no entiendes el porqué de su actitud. Observar con atención y aprender a reconocer una y otra vez que ‘no saben’ para hacer que los demás expliquen, es el secreto de los sabios. Si no sabes o no entiendes algo, dilo.
En vez de sentirte pequeño enorgullécete cada vez que tengas la oportunidad de decir NO SÉ, o NO ENTIENDO, pues aprenderás algo nuevo y ese día tendrá más sentido para ti.

Libérate del complejo de “acusado” tienes derecho a no dar explicaciones.
Si no haces exactamente lo que otros quieren, te acorralarán, obligándote a defender.
(…) Si un manipulador te molesta o trata de que aceptes sus condiciones, no te enojes; manifiesta tu inconformidad serenamente con mucha perseverancia sin explicar nada más. Frente a una persona de mente cerrada que insiste en manejarse, necesitarás ser tenaz, pero sin salirte de tus cabales, diciendo claramente, en forma reiterativa, lo que deseas. No discutas ni trates de convencerlo con argumentos.
Sólo di lo que quieres. Insiste aunque tus frases no contesten lo que él te pregunte, tal como si te hubieses tragado una grabadora que repite siempre lo mismo. La perseverancia exenta de ira desarma totalmente a los cerrados haciéndolos ceder aunque sea de mala gana. La fórmula clave es persistencia con serenidad. No lo olvides. Haz oídos sordos a las amenazas del manipulador. Si él dice no UNA vez, tú dirás sí DOS, si insiste SEIS veces, tú lo harás SIETE, si tiene ONCE frases para hacerte caer, tú tienes DOCE para mantenerte firme. Así de simple, sin gritar, sin molestarle, repitiendo una y otra vez tu punto de vista y evitando caer en el juego de contestar las preguntas o dar explicaciones y excusas.

Cuando cambias lo que comes, cambias lo que eres. La mente se alimenta de conceptos. Al final, nosotros somos el dibujo de las ideas con las que nos alimentamos más continuamente.
 

El amor NO lo justifica todo

El amor no puede atentar contra tus principios o derechos como persona, impedirte autorrealizarte o rebajar tu sentido de valía. Si amar implica aniquilar la propia autoestima es mejor la soledad.

El amor es el resultado del conjunto de 3 factores: el Eros (placer o deseo, enamoramiento), la Philia o amistad (congruencia racional con el otro) y el Ágape (ternura, cuidados). Emoción, razón y conducta.

El amor no es sufrimiento, no es miedo, no es depresión, no es violación de los derechos, no coarta la libertad. Lo que va en contra de la vida, de su calidad, es represivo, lo que favorece el crecimiento personal, es progresivo.

Si la “prueba de amor” consiste en renunciar a mi autorrealización, ese amor no me sirve. “Te dejo, aunque te ame, no le vienes bien a mi vida”.

La única certeza que puedes exigir de una relación es que nunca te harán daño intencionalmente.

Los principios no pueden ser negociados, aunque sea en nombre del amor.

Estar comprometido significa que haré todo lo posible para que esta relación funcione, pero no por un deber asumido, sino porque quiero que sea así, porque nace de mí.

Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Artículo 3: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. No admitas la más mínima agresión física o psicológica.

Artículo 12: Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en la vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o reputación. Tienes derecho a la intimidad y a que no invadan tu privacidad.