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Los padres tras el divorcio.

 

El divorcio impone dos tareas a los adultos. La primera es reconstruir su vida de adultos, aprovechando positivamente las segundas oportunidades que brinda el divorcio. La segunda es cumplir las funciones de padre o madre, después del divorcio, protegiendo a los hijos del fuego cruzado entre los ex cónyuges y prodigándoles cuidados y afecto.

 

Reconstruir la vida.

Cualquiera que sean las razones que les impulsan a divorciarse, la mayoría de las personas que ponen fin a su matrimonio lo hacen con la esperanza de mejorar su calidad de vida y la de sus hijos. Esperan hallar un nuevo amor, una relación mejor, una pareja sexualmente más estimulante, un compañero más comprensivo, un proveedor más eficiente. Si ello no ocurre, esperan vivir solos, pero llevando una vida en la que tengan la oportunidad de respetarse a sí mismos, estar tranquilos o, al menos, experimentar una existencia menos turbulenta, sin intromisiones ni sufrimientos. Para aquel que inicia los trámites, la expectativa de una nueva vida resulta ser mucho más importante que la crisis que produce el divorcio.

Para los adultos, el divorcio se percibe como una segunda oportunidad, existe la posibilidad de enamorarse, de hacer una elección más acertada, de recuperar la dignidad, de enmendar un error, de redefinir su condición de adulto y sus metas y aplicar lo que aprendió durante su primer matrimonio, existe la oportunidad de crecer psicológicamente y ser un padre o madre mejor, se forme o no una nueva pareja.

Sin embargo no existen pruebas de que el tiempo disminuya automáticamente la intensidad de los sentimientos y los recuerdos; que puedan superarse el dolor y la depresión, o que los celos, la ira y la humillación se desvanezcan. 

Cuando el matrimonio ha sido prolongado, el sentimiento de identidad de un cónyuge está ligado al otro y al matrimonio, y hay que rescatar el yo.

Es más fácil que un adulto tenga éxito después del divorcio si tiene un pasado en el cual se ha destacado, algún punto de referencia que le recuerde su antigua independencia y sus éxitos previos. Son muchos los factores que condicionan nuestras segundas oportunidades: la edad, el sexo, el dinero, el aspecto físico, el coraje, la suerte y muchas de las decisiones que se toman según pasa el tiempo.

 

Las mujeres que se divorcian entre los treinta y los cuarenta años tienden a restablecer vínculos con viejas amistades y a buscar nuevos grupos y actividades, decididas a encontrar apoyo en otras personas. Al evitar el aislamiento social, muchas mujeres crecen psicológicamente. Esto no garantiza la felicidad, pero ayuda a mitigar el dolor.

Nada ayuda a recuperar con tanta rapidez y dicha la propia estimación y la felicidad del adulto divorciado como un romance o un segundo matrimonio afortunado.

 

  

Proteger y cuidar de los hijos

Es muy importante que cada uno de los padres se abstenga de quebrantar las pautas que los hijos establezcan con el otro, así como que los niños constaten que tienen un padre y una madre que se preocupan por él pese a la disolución del matrimonio.

La custodia compartida de los hijos requiere una gran dosis de cooperación, comunicación, sensibilidad y flexibilidad, y también, la capacidad de permitir que el ex cónyuge tenga una vida propia, romances incluídos.

Algunos padres someten a interrogatorios a sus hijos para que les transmita información sobre las actividades de sus ex cónyuges con lo cual los niños se sienten muy presionados. Cuando se pide a los hijos que lleven y traigan mensajes a los padres enemistados les resulta una tarea penosa, ardua y humillante.

A pesar de los sentimientos enfrentados que puedan existir entre los padres, deben ofrecer a los hijos el apoyo económico que hubiera recibido en un matrimonio no divorciado y un apoyo emocional mayor para compensar la mayor ansiedad sufrida por el hijo.

Un divorcio que se lleve a cabo meditadamente y con sentido realista puede enseñar a los hijos cómo afrontar los problemas serios de la vida con compasión, sabiduría y mediante la conducta apropiada.

 

 

Los hijos tras el divorcio

 

Los hijos, a diferencia de los adultos, no perciben el divorcio como una segunda oportunidad, y ello forma parte de su sufrimiento. El divorcio engendra niños hambrientos de afecto y atención. Para ellos es importante tener buenos recuerdos del matrimonio de sus padres, necesitan saber que sus padres se hayan amado alguna vez, con el fin de confirmar lo bueno que hay en ellos y en su origen.

 

El divorcio es una experiencia diferente para los niños que para los adultos porque pierden algo que es esencial para su desarrollo: la estructura familiar. La familia es para el niño la entidad que le brinda el apoyo y la protección que él necesita. Los hijos sienten que sus padres son culpables por haber fracasado en una de las tareas más importantes de la vida, que es la de mantener unidos el matrimonio y la familia en la pobreza y en la riqueza, en la dicha y en la desdicha.

La primera reacción del niño ante el divorcio es la de temor. Experimentan una profunda sensación de pérdida y tristeza. Durante años los niños luchan contra sus sentimientos de enojo y tristeza. La mayoría de niños esperan que sus padres se reconcilien. Se sienten solos y desamparados. Muchos niños en edad escolar se quejan de síntoma psicosomáticos como dolor de vientre o de cabeza.

La furia del niño está unida a una sensación de impotencia. Sienten que su opinión no cuenta, que no pueden influir en ese acontecimiento tan importante para sus vidas. Muchos niños se sienten culpables y otros consideran que es su deber tratar de recomponer el matrimonio. Surgen también conflictos de lealtad hacia cada uno de los padres frente al otro.

 

Cuando uno de los progenitores abandona al otro, los niños lo interpretan como si les abandonaran a ellos. Muchas adolescentes se ven impulsadas, por cariño y compasión, a identificarse con el padre o la madre rechazados.  Al crecer, temen emplear la palabra amor porque las relaciones son inciertas y desconfían de los compromisos porque sus padres rompieron el suyo. Los hijos del divorcio suelen postergar tener hijos hasta estar seguros que su matrimonio funciona bien.

 

La aparición de una nueva pareja de la madre/padre le plantea al hijo el conflicto de si es ser desleal a su padre/madre llevarse bien con ella. La relación de la nueva pareja con los hijos se construye con innumerables transacciones y respuestas, a través de las cuales, el niño percibe que la otra persona se interesa por él.

Algunas adolescentes pueden encontrar en su madrastra una amiga y aliada. Los hijos desean que la madrastra haga feliz al padre, que los reciba cordialmente y que no los haga sentir intrusos.

 

Para superar el divorcio de los padres, los hijos tendrán que reconocer que sus padres son seres humanos que pueden cometer errores, y respetarlos por sus esfuerzos y coraje por recurrir a una solución moral y socialmente aceptable.
 
(extraído del libro de la Dra Judith S. Wallerstein y Sandra Blakeslee)
 
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El arte de persuadir
 

En la medida que des a los demás lo que necesiten, ellos te darán a ti lo que necesites. Para ello hace falta paciencia, saber qué quiere la gente y saber cómo darles las cosas que quieren o ayudarles a conseguirlo.

No olvides nunca sonreír. Procura hacer bien a las personas en lugar de dañarlas. Amar es ayudar en lugar de lastimar, y empieza con una preocupación y sensibilidad para con los demás. Nada contribuye más a mejorar la imagen de una persona que el hecho de ser amada por otra.

 

Aplica el sistema de fortalecimiento positivo: busca las cualidades positivas de los individuos. El rendimiento mejora considerablemente cuando se anima a las personas a tener un buen concepto de sí mismas, en lugar de recordarles sus defectos. Mira a los demás como seres humanos capacitados, dotados de sentimientos y dignos de respeto. Siempre hay en ellos un vacío que aspira a ser llenado y puedes poner un poco de ti mismo en ese vacío. Tu éxito en las relaciones con los demás empieza con la forma en que los ves.

 

Las 3 columnas que preservan las relaciones humanas son: el Aprecio, la Aceptación y la Aprobación.

Las personas quieren destacar quieren que se repare en ellas y necesitan sentirse importantes. Eso lo consiguen con el reconocimiento de los propios méritos.

Alabar, escuchar, comprender, hacer que los demás se sientan importantes… son medios de proyectar nuestro respeto y admiración hacia los que nos rodean. La alabanza impulsa a la gente a actuar, le infunde confianza interior e incluso fomenta su crecimiento. Mostrar aprecio hace que la otra persona se sienta querida y necesaria, contribuye a que uno se guste a sí mismo. En cambio, negarle la atención a a alguien es rechazarle.

Dirígete a las personas por su nombre, sé cortés, y produce vibraciones de afecto recordándole a alguien que dejó una huella en tu recuerdo.

Aprende a escuchar prestando atención, las personas reaccionan en forma positiva y favorable, y se muestran más dispuestas a hacer las cosas que el oyente sugiere. Refrena la apremiante inclinación a expresar tus opiniones, la interrupción es una mala costumbre. Si tienes alguna pregunta, espera a que el otro acabe su narración antes de pedir las aclaraciones que sean precisas.

No preguntes a una persona por qué hace lo que hace, resulta ofensivo. Y no le digas a la gente que “tiene que” hacer algo, eso produce oposición. Sustitúyelo por peticiones acompañadas de “por favor” y “gracias”.

 

Elimina los conflictos y la irritación en las relaciones. El hecho de no poder perdonar y olvidar hace que la sangre se coagule con mayor rapidez, que aumenten las células sanguíneas y que los músculos del estómago se compriman e inhiban el proceso digestivo… Es mejor perdonar que llevar esa carga. Y cuando perdones… perdónate también a ti mismo.

Se empiezan a producir diferencias, cólera, frustración, conflictos y separaciones cuando falla la comprensión. Esfuérzate en solidarizarte con los demás diciéndoles “Comprendo lo que sientes”, “Tienes derecho a sentir lo que sientes”,  “Estoy contigo”…

Comprender a la gente no significa justificar todas sus malas acciones y sus características indeseables. No obstante, te será más fácil adquirir una actitud de comprensión si detestas el hecho, no a la persona.

Aprende a ser tolerante… aceptando a los demás tal como son, sin irritarte ni pretender que sean perfectos. Practica la costumbre de buscar lo bueno en los demás. Ser tolerante exige esfuerzo pero como beneficio serás más feliz, te sentirás más satisfecho de ti mismo y disfrutarás en mayor medida de tus relaciones.

 

Si quieres que alguien haga algo por ti, tienes que hablar a sus emociones… no a su inteligencia. Hablar a la inteligencia estimula el pensamiento, hablar a la emoción estimula la acción. Hay que hacerlo con suavidad, con paciencia, con deseo de identificarse, tratando de experimentar los sentimientos que crees que experimenta  esa persona e indicando los beneficios que ELLA (no TU) obtendrá si hace tal cosa.

Y nunca, nunca, nunca discutas…. Es posible que ganes la discusión… pero la otra persona se negará a hacer lo lo que le digas.

 

(extraído del libro "Cómo hacer que la gente haga cosas" de Robert Conklin)

Una guía para no equivocarte al elegir una pareja
 

De todos los lugares fascinantes que podemos visitar, de todos los caminos exóticos que podemos recorrer, el amor es la mayor aventura de todos, pero exige un gran valor, aceptar riesgos y cambios y crecer sin descanso.

 

Las relaciones no funcionan porque:

1)  Estás con la persona adecuada pero la amas de forma equivocada (bajo nivel de comunicación, falta de intimidad, deseos no manifestados y resentimiento, falta de atención a la relación)

2)  Estás con la persona equivocada (incompatibilidad en el modo de amar y estilo de vida, falta de valores y preferencias en común)

 

Falsos mitos sobre el amor que nos impiden hacer elecciones inteligentes de pareja:

1)  “El verdadero amor puede con todo”. Creer eso trae como consecuencia no afrontar que las discrepancias o diferencias de carácter sí importan, mantener relaciones insatisfactorias, conflictivas o desgraciadas creyendo ingenuamente que con un poco más de amor el otro cambiará. El amor no es bastante para que una relación funcione. Es preciso que haya compatibilidad y compromiso.

2) “Si el amor es auténtico, lo sabré en el mismo momento de conocer a la otra persona”. El entusiasmo del placer del amor a primera vista o flechazo suele ir seguido por el desánimo cuando la relación no resulta tal y como esperábamos. Una primera impresión de alguien no es suficiente para saber si será una pareja saludable y cariñosa. El amor verdadero necesita tiempo para desarrollarse.

3)  “En el mundo sólo hay un auténtico amor conveniente para mí”. Aferrarse a esa idea te impide apreciar la singularidad de las nuevas personas que conoces y te impide abrirte a una nueva relación después de haber terminado la anterior.

4)  “La pareja ideal llenará todos los aspectos de mi vida”. No debes esperar que tu pareja haga por ti lo que deberías hacer por ti mismo. El amor se da compartiendo plenitud, no vacío.

5)  “Si experimento una plena compenetración sexual, debe tratarse de amor”. El que exista una buena química sexual no significa que haya compatibilidad en otros aspectos.

 

No es la suerte lo que hace funcionar una relación, hay que elegir a la persona adecuada y trabajar juntos con ahínco para crear la clase de intimidad y armonía que se desea.

 

Se consigue lo que uno cree merecer.

 

La persona a la que escoges para amar es tan importante como las razones por la que se la escoge.

 

Razones erróneas para una relación:

1)  Sentirse presionado (por la edad, la familia, los amigos, …). Con ello renuncias a tu propio poder de decisión.

2)  Sentir soledad y desesperación. Bajo este estado de ánimo es muy probable hacer elecciones amorosas que terminen en relaciones insatisfactorias. Eres un ser humano valioso y digno de ser amado, que se merece disfrutar de la clase de relación que deseas y no sólo de la que crees que puedes obtener en momentos difíciles. No rebajes tus expectativas.

3)  El apetito sexual. Atracción física y compatibilidad no son lo mismo.

4)  La necesidad de distracción. Eso impide enamorarse de la persona en sí misma y utilizar las relaciones para evitar enfrentarse consigo mismo.

5)  Evitar madurar, querer que alguien nos cuide. Eso conlleva a buscar en la pareja un sustituto del progenitor y a permanecer en un estado de irresponsabilidad e inmadurez.

6)  Temer dañar los sentimientos del otro al rechazarlo, no saber decir “no”. Sin embargo, cuando se decide estar con alguien por culpabilidad en vez de por amor, estás destrozando tanto a esa persona como a ti mismo.

7)  La necesidad de llenar tu vacío emocional o espiritual. No hay que salir nunca a buscar pareja sin antes haberse llenado uno mismo. La motivación para una relación no es buscar un salvador sino sentirse lleno de amor para compartir y estar dispuesto a aprender más sobre uno mismo al mirarse en el espejo de la persona amada. Una relación no es una posesión sino un proceso.

 

Al inicio de una relación solemos cometer los siguientes errores:

1)  No hacemos suficientes preguntas. No resulta romántico entrevistar alguien, no se quieren saber las respuestas o se teme que también nos pregunten sobre nosotros mismos, pero cuanto mayor sea la información de que dispongamos sobre alguien tanto mejor se podrá juzgar si esa persona será una buena pareja o no.

2)  Desatendemos las señales de advertencia de problemas potenciales. Desgraciadamente cuanto más positiva y cariñosa sea una persona, tanto mayor será la tendencia a buscar lo bueno y a no ver lo que no desea ver.

3)  Transigimos en nuestras creencias, intereses o actividades para agradar a la pareja o para evitar conflictos. Hay que estar comprometido con uno mismo. No abandonar las aficiones propias ni los amigos previos a la relación.

4)  Nos dejamos llevar por la ciega lujuria. Hay que aprender a percibir a las personas con el corazón y no sólo con los ojos, para atraer a personas más compatibles. Es conveniente intimar emocional e intelectualmente antes de hacerlo sexualmente. Es importante pasar tiempo hablando y aprendiendo el uno del otro, respetar a la persona. También pasar juntos por algún momento difícil de crisis o tensión y ver cómo funciona la pareja bajo el estrés.

5)  Nos dejamos llevar por la seducción material. Es más importante lo que esa persona nos pueda ofrecer emocionalmente que materialmente. Se tiende a valorar en exceso el dinero y prestigio de una persona, descuidándose de descubrir qué clase de corazón y de alma posee. No te dejes fascinar por el estilo de vida, prestigio, aspecto y dinero de una persona, céntrate en si es capaz de compartir su amor, en su honradez, lealtad, en la expresión de sus sentimientos y si es su deseo entablar una relación permanente.

6)  Anteponemos el compromiso a la compatibilidad. No te enamores del amor, sino de la persona. No tengas prisa en establecer un compromiso antes de conocer bien al otro, tómate tu tiempo.

 

Cualidades a buscar en una pareja:

1)  Compromiso con el crecimiento personal. Alguien que se comprometa a aprender todo lo que puede acerca de cómo ser una mejor persona, y un mejor cónyuge, que esté dispuesto a recibir ayuda en forma de libros, conferencias, o asesoramiento personal si es necesario.

2)  Franqueza emocional. Tu pareja ha de ser capaz de identificar y compartir contigo sus sentimientos y emociones, te ha de permitir el acceso a su mundo interior. Te mereces tener al lado una persona “emocionalmente generosa”, que te diga lo mucho que te ama y lo mucho que te aprecia… de forma permanente.

3)  Integridad. Ha de ser honrado consigo mismo, con los demás… y contigo. Saber que se puede confiar en que el otro diga siempre la verdad en todas las ocasiones, proporciona una tremenda sensación de seguridad. Busca una pareja que diga desde el principio y con claridad lo que siente y lo que quiere, alguien cuyas acciones estén en consonancia con sus palabras.

4)  Madurez y responsabilidad. Debe ser capaz de cuidar de sí mismo, ganar suficiente dinero para mantenerse, conservar limpio y ordenado su espacio vital (nuestro mundo exterior es un reflejo de nuestro mundo interior) y saber cómo alimentarse. Debe tener un proceder responsable y respetuoso. Ha de merecer tu confianza.

5)  Elevado amor propio. Ha de sentirse orgulloso de sí mismo y cuidarse lo suficiente. Se detecta a alguien con amor propio porque siempre está haciendo algo, corre riesgos, persigue sus sueños, trata de llegar más allá de las cotas logradas.

6)  Actitud positiva ante la vida. Ha de enfocar la atención en encontrar soluciones, transformar los obstáculos en oportunidades y las adversidades en lecciones, creer que las cosas pueden mejorar y utilizar su imaginación para cambiar la realidad.

 

Además es importante que exista química sexual, ésta no se puede crear, o se siente o no se siente, y sirve para distinguir entre una relación amorosa de una simple amistad. La falta de atracción sexual por la pareja puede destruir la relación.

 

Imagen de una relación compatible

Una verdadera relación compatible coincidirá en la mayoría de aspectos, al mismo tiempo mantendrá la individualidad de cada miembro de la pareja.

Las diferencias añaden sabor y representan un desafío y una oportunidad para el crecimiento, pero la mayor parte de la relación es un núcleo central y sólido de resonancia y armonía.

 

(Resumen del libro "¿Eres mi media naranja?" de Bárbara De Angelis)