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(resumen del libro)

Optimismo e ilusión


(extraído del libro «Usted puede sanar su vida» de Louise Hay)

Todo lo que pensamos va creando nuestro futuro.

El momento del poder es siempre el presente.

En nuestros peores momentos, pensamos: «Yo no sirvo…». No es más que una idea, y una idea se puede cambiar.

La vida es realmente muy simple: Recibimos lo que hemos dado. Cada uno de nosotros crea sus experiencias con lo que piensa y lo que siente.

El resentimiento, la crítica y la culpa son las reacciones más dañinas.

«Toda enfermedad proviene de no haber perdonado algo», y que «Cada vez que enfermamos, debemos mirar a nuestro alrededor para ver a quién tenemos que perdonar. La persona a quien más difícil se nos hace perdonar es aquella misma de quien más necesitamos liberarnos. Perdonar significa renunciar, dejar en libertad. No tiene nada que ver con ningún comportamiento externo; es simplemente no seguir aferrado a algo. «Te perdono por no ser como yo quería que fueras. Te perdono y te dejo en libertad.»

«Debería» es una de las palabras más dañinas de nuestro lenguaje. Cada vez que la usamos estamos, de hecho, hablando de una «equivocación». Decimos que estamos equivocados, o que lo estuvimos o que lo estaremos.

Lo que necesitamos es tener más libertad de elección. Reemplazar «debería» por «podría». «Podría» nos permite una opción, y nunca nos equivocamos.

Si a un niño le decimos cuánto lo queremos y cuánto nos importa, que nos encanta el aspecto que tiene y que es simpático e inteligente, que nos gusta su manera de hacer las cosas y que está bien que cometa errores mientras aprende, y que estaremos siempre a su lado en cualquier situación… ¡entonces, el potencial que muestre ese niño nos dejará alucinados!

Cualquier cosa que yo decida creer, llega a ser verdad para mí. Lo que pensamos puede ser totalmente diferente. Sea cual fuere el problema, proviene de un modelo mental, ¡y los modelos mentales se pueden cambiar!

Si queremos una vida jubilosa, debemos tener pensamientos jubilosos. Si queremos una vida próspera, debemos tener pensamientos de prosperidad. Si queremos una vida llena de amor, debemos poner amor en nuestros pensamientos. Aquello que, verbal o mentalmente, enviemos hacia afuera, será lo que de la misma forma vuelva a nosotros.

No importa durante cuánto tiempo hayamos seguido un modelo negativo o sufrido una enfermedad o una mala relación, o padecido dificultades financieras. No importa durante cuánto tiempo nos hayamos aborrecido a nosotros mismos. ¡Hoy podemos empezar a cambiar!

Si escoge ideas que le creen problemas y sufrimiento, estará haciendo una tontería, como si eligiera comidas que siempre le caen mal.
Sin embargo, tan pronto como descubre cuáles son las comidas que le hacen daño, las evita. Lo mismo tiene que hacer con los pensamientos. Manténgase lejos de las ideas que le causan problemas y dolor.

Sucede algo y uno se enfada; sucede otra cosa, y vuelve a enfadarse, una y otra vez, pero nunca se va más allá del enojo. Es una reacción tonta que desperdicie uno su tiempo sin hacer nada más que enojarse. Sería mucho más útil preguntarse cómo es que uno va creando tantas situaciones enojosas. Si lo que damos es enojo, estamos creando situaciones que nos darán motivos de enojo.

Debemos cambiar nuestra manera de pensar, nuestra manera de hablar, nuestra manera de expresarnos. Sólo entonces se producirán los cambios externos.

Combatir lo negativo es una total pérdida de tiempo, si lo que usted realmente quiere es llevar a cabo cambios en su vida. Cuanto más insista en lo que no quiere, tanto más estará creándolo. Lo más probable es
que las cosas que siempre le han disgustado, aún sigan formando parte de usted o de su vida.

Aquello en que se fija la atención es lo que crece y se consolida. Apártese de lo negativo para fijar la atención en aquello que realmente quiere ser o tener. Aprenda a usar afirmaciones positivas tanto al hablar como al pensar. Formule siempre sus enunciados en tiempo presente.

No postergue su propia prosperidad con celos o resentimientos porque haya otras personas que tengan más que usted. No critique la forma en que los demás gastan su dinero. Eso no es asunto suyo.

Esta es la única manera de cambiar a los demás: empezar por cambiarnos a nosotros. Cambie usted sus modelos mentales y verá como «ellos» también actúan de otra forma.

«Me acepto y me apruebo, me acepto y me apruebo, me acepto y me apruebo.» Pase lo que pase, le digan lo que le digan, le hagan lo que le hagan, usted siga repitiéndoselo. De hecho, cuando pueda decirse eso sea cual sea la situación en la que se encuentre, sabrá que está creciendo y cambiando. Parte de la aceptación de sí mismo reside en liberarse de las opiniones ajenas.

 (extraído del libro "El secreto" de Rhonda Byrne)


El gran secreto de la vida es la ley de la atracción.
Todo lo que piensas lo atraes. La ley responde a tus pensamientos, sean los que sean.
Todo es energía. Los pensamientos son magnéticos y tienen una frecuencia, atrayendo a todas las cosas que están en la misma frecuencia. Cuando te encuentras mal estás en la frecuencia de atraer cosas negativas. Cuando te encuentras bien, atraes con fuerza más cosas buenas. Puedes utilizar recursos para sentirte bien, cerrar los ojos y sonreír, pensar en cosas agradables, escuchar tu música favorita…
El sentimiento del amor es la frecuencia más alta que puedes emitir. Cuando más amor sientas y emitas, mayor es el poder que estás utilizando.
Lo semejante atrae lo semejante. Cuando tienes un pensamiento, también estás atrayendo pensamientos semejantes.
Atrae lo bueno en vez de lo malo. No pienses en lo que no quieres. Aquello a lo que te resistes, persiste. Formula tus pensamientos en positivo.
Puedes cambiar cualquier circunstancia y acontecimiento de tu vida, cambiando tu modo de pensar. Tus pensamientos actuales están creando tu vida futura.
Te mereces todas las cosas buenas que la vida puede ofrecerte.

Los 3 pasos para utilizar el secreto:
1º: Pide. Has de tener claro lo que quieres.
2º: Ten fe. Visualiza las cosas que deseas como si ya fueran tuyas. La duda trae decepción.
3º: Recibe. Siéntete como te sentirás cuando llegue. Siéntelo ahora. Cuando emites la frecuencia de haber recibido, la ley de la atracción mueve a las personas, acontecimientos y circunstancias para que recibas.


El agradecimiento es esencial. Atrae las cosas. Atrae el apoyo. Utiliza la gratitud hasta que se convierta en tu forma de vida. Da las gracias por lo que ya tienes y aatrerás más cosas buenas. Cada mañana antes de levantarte de la cama, ten la costumbre de sentir gratitud por adelantado por el gran día que vas a empezar, como si ya lo tuvieras.
Al acostarte, si algún acontecimiento o momento del día no ha sido como
esperábamos, revívelo en tu mente como a ti te gustaría que hubiera
sido.

Cuando visualizas, materializas.



Para perder peso no te enfoques en perder peso. Enfócate en el peso
ideal, siente lo que es estar en el peso perfecto y así lo conseguirás.

Para atraer dinero, enfócate en la riqueza. Mira todo lo que te guste y di: "Puedo permitírmelo. Puedo comprarlo". Da dinero para atraer más a tu vida. Cuando eres generoso con el dinero y te sientes bien compartiéndolo, estás diciéndote "Tengo en abundancia".
Para atraer personas, has de empezar por tratarte a ti mismo con amor y respeto, emitir esa señal y entrar en esa frecuencia, así tu vida se llenará de personas que te amen y respeten. Cuando quieras atraer una relaicón, asegúrate de que tus acciones no
contradicen tus deseos. Para que funcionen las relaciones, hemos de pensar en lo que apreciamos de la otra persona, no en lo que no nos gusta. Cuando nos quejamos de esas cosas, sólo conseguimos más de lo mismo.

Para tener salud, la risa es la mejor medicina.Ante una enfermedad, elige vivir en la posibilidad y la esperanza, enfócate en todas las razones por las que deberías sentirte feliz y agradecida. No hables de la enfermedad y repite "Me siento de maravilla. Me siento muy bien". Habla de cosas buenas. Tu cuerpo se curará a si mismo.

El éxito viene de tu interior, no de fuera. "Yo soy completo, perfecto, fuerte, poderoso, amoroso, armonioso y feliz". Olvida las dificultades del pasado, los códigos culturales y las creencias sociales. Eres el único que puede crear la vida que te mereces. Haz las cosas que te gustan y que te hacen feliz. Se feliz ahora. Siéntete bien ahora. El poder es tuyo!

 

  
    

   

(A partir del libro “Amar sin sufrir” de Mª Jesús Álava
Reyes)


 

“Ni los hombres son imposibles, ni las mujeres incomprensibles”

Muchas parejas empiezan a vivir juntos sin haberse preparado para ello de forma objetiva. No sabemos realmente cómo somos, cómo sentimos, en qué nos parecemos, en qué nos diferenciamos, lo que nos aleja, lo que nos acerca,…

Transcurrido un tiempo de una relación muchas parejas se sienten invadidas por las dudas, los miedos, los temores y las inseguridades; no saben cómo actuar, y lo que era dicha y alegría, con frecuencia se transforma en desasosiego, ansiedad o dolor.

Las causas que pueden desencadenar las dudas son tan diversas como complejas somos las personas. Un comentario, una actitud, una conducta a la que no habíamos dado importancia otras veces, adquiere de pronto un dramatismo que parece mover los cimientos más profundos. En otras ocasiones, nuestros pensamientos empiezan a cuestionar lo que la pareja ha hecho o dejado de hacer, lo que nosotros desearíamos que hiciera, lo que creemos que debería haber pasado, lo que el otro puede estar pensando, lo que no nos dice pero espera que nosotros adivinemos, lo que nos oculta… Al final, nos encontramos en medio de una gran tormenta ocasionada por nosotros mismos y la pareja sufre un gran desgaste. Por una parte, la persona que no controla sus pensamientos, y no es consciente de que está provocando emociones erróneas, pide, exige o espera lo que el otro no puede darle: y el otro miembro, de repente, siente cómo un alud, que no sabe de dónde ha venido, arrastra y hace naufragar su relación afectiva.

La mujer a menudo se muestra muy sensible a las manifestaciones de cariño, a los cuidados, mimos, atenciones y detalles por parte de su pareja. Necesita sentir que es el centro de interés de su pareja. Sus dudas y angustias surgen al constatar que su pareja no parece sentir esa necesidad, o lo que a veces es peor, no parece ser consciente de que ella lo está pasando mal. La mujer, lejos de pensar que el hombre siente el amor de otra forma y lo manifiesta de manera distinta, empieza a pedir y exigir esas manifestaciones afectivas que tanto añora y que en ella van unidas al hecho de sentir amor.

El hombre, con frecuencia se siente sorprendido y requerido a tener determinadas manifestaciones afectivas que le cuestan, pues en muchas ocasiones no le surgen de forma espontánea. Por otra parte, el hecho de sentirse “casi obligado”, lejos de estimularle o acercarle afectivamente hacia su pareja, le produce rechazo y distanciamiento.

No buscamos en la pareja alguien parecido a nosotros, sino alguien que nos complemente, que sea diferente, que destaque o nos dé seguridad en aquellos puntos donde nos sentimos más débiles. A pesar de las diferencias han de compartir los valores que para ellos son fundamentales. Diferentes pero complementarios, no antagónicos. El problema es que al principio de las relaciones sentimos más “con el corazón que con la razón”. Y podemos equivocarnos al elegir a la persona con quien compartir nuestra vida.

Cuando a alguien que dice querernos parece no importarle el dolor que nos produce esa relación, o lo justifica por las circunstancias, los cambios de humor, las dificultades que surgen,… esa persona no nos quiere, en todo caso se quiere a sí misma. En los momentos críticos te das cuenta de hasta qué punto le importas a tu pareja.

Los principales errores que debemos evitar en una relación son:

  • Estar siempre con el hacha preparada
  • Querer cambiar a la pareja en lo fundamental
  • No aclarar situaciones conflictivas
  • Tratar de imponer nuestro criterio cuando se trata de principios fundamentales
  • Permitir vejaciones o ataques a nuestra dignidad
  • Utilizar los hijos contra la pareja
  • Esperar que las mujeres reaccionen como si fueran hombres, o los hombres como si fueran mujeres
  • Pensar que nuestra pareja tiene que satisfacer todas nuestras necesidades, sin saber lo que uno debe encontrar dentro de sí mismo
  • Seguir con la pareja cuando la relación está agotada

Cuando la historia pasada nos ha traído dolor, un dolor inútil, causado no tanto por las circunstancias adversas, sino por personas que sienten, analizan, valoran y priorizan de forma diferente, ¡no merece la pena alimentar la esperanza!.  Merece la pena
intentarlo sólo si lo que hemos vivido nos llenó de satisfacción, de equilibrio
y plenitud, y si ambos aún compartimos lo esencial del amor: respeto, generosidad, admiración y el deseo de intentarlo hasta desfondarnos, con lo mejor que llevamos dentro.

En cualquier caso, antes de tomar una decisión importante, hay que conseguir un estado previo de serenidad y tranquilidad, que nos permita observar con calma los hechos, analizar los estados emocionales y decidir con objetividad las acciones que vamos a realizar. A veces será necesario que nos distanciemos de la situación que nos agobia y nos permitamos tomar nuestras decisiones libremente, sin dejarnos condicionar por opiniones o hechos que parezcan atraparnos.

Los sentimientos se facilitan, no se imponen. Si alguien ha dejado de sentir amor o afecto, ni debe obligarse a sentirlo, ni podemos exigirle que tenga manifestaciones que no le surgen espontáneamente. Cuando el amor se ha terminado, lo mejor que podemos hacer es mimarnos en la medida que lo necesitemos. Para ello no nos regañaremos ni traeremos a nuestra mente sucesos dolorosos. No nos podemos pasar la vida añorando lo que tuvimos y sintiéndonos mal por lo que no tenemos. Las personas no nos podemos encadenar a una relación que, lejos de enriquecernos, nos llena de tristeza y ansiedad.  Mimarnos es abrazarnos y querernos en esos momentos de buscada o forzada soledad.

Cuando una relación finaliza no se acaban nuestra vida ni nuestras opciones de ser felices; por el contrario comienza una fase llena de posibilidades. Cualquier situación anterior no fue mejor, fue distinta. El presente, no el pasado, puede ofrecernos nuevas y esperanzadoras emociones.
Pero no debemos ser impulsivos y actuar desde la impaciencia. No conviene empezar una nueva relación con las heridas abiertas pues sangraríamos ante las primeras dificultades, y no olvidemos nunca que los demás pueden ayudarnos en nuestra búsqueda de la felicidad, pero ni son los responsables de que lo logremos, ni los culpables de que no lo consigamos.