LA ASERTIVIDAD

La asertividad es la habilidad de expresar tus sentimientos, pensamientos y deseos, y defender tus derechos sin violar los de los demás. Implica estar abierto a la negociación, al diálogo y al compromiso. La asertividad puede verse como una negociación, un consenso, o un acuerdo con otro, de modo que los dos salgan beneficiados.

PRINCIPIOS PARA UNA COMUNICACIÓN ASERTIVA

(Autora: Rocío Acosta)

  • Tener claros los propios puntos de vista: para poder defender una opinión con coherencia es necesario que exista esa opinión coherente. A menudo, reaccionamos a las situaciones sin haber meditado sobre ellas.
  • No imponer: Limitarse a enunciar una directriz o punto de vista sin aportar argumentos puede ser percibido como una imposición. “Vamos a hacer esto“ niega la posibilidad del interlocutor a intervenir. Sin convertir cada decisión en un consenso, se puede hacer partícipe a la otra parte de las decisiones tomadas explicando qué las motiva. “Pasa tal, por lo tanto, vamos a hacer esto otro que lo resolverá por esto y esto otro”
  • No amenazar: Cuando pensemos que contravenir nuestro punto de vista puede tener consecuencias negativas, no se debe utilizar esas consecuencias negativas como una amenaza: “Si no haces lo que digo perderás el trabajo” es una predicción amenazante. “Es importante que hagas esto por tal y cual, de lo contrario, puede suceder esto otro”
  • Centrarse en uno mismo: hacer afirmaciones categóricas sobre las motivaciones, intenciones o emociones de los demás es arriesgado. Podemos estar seguros de cómo interpretamos nosotros a los demás, pero no de la auténtica motivación que hay detrás: “No quieres hacerlo” contra “Parece que no quieras hacerlo” o “Lo que pasa es que estás enfadado” contra “me da la sensación de que te has enfadado”. Si nos ceñimos a los sentimientos o impresiones que nos despiertan los demás estaremos seguros de no hacer ninguna acusación infundada.
  • Empatizar: ponerse en el lugar del otro puede ser uno de los consejos más antiguos pero a menudo mal entendido. La finalidad de ponerse en el lugar de otra persona no es necesariamente excusarla y punto. La finalidad real es comprender mejor el punto de vista del otro, que no es lo mismo que estar de acuerdo con él. Comprender a la otra persona ayuda a comunicarnos más efectivamente con ella.
  • Reconocer cuando el otro tiene razón: La finalidad de la comunicación ha de ser llegar a una resolución. Si uno sólo tiene intención de “ganar”, no será posible el entendimiento. Es importante saber reconocer cuando el otro lleva razón total o parcialmente y demostrar que se reconoce.
  • Buscar puntos de acuerdo: Aunque no estemos de acuerdo a grandes rasgos con la otra persona, casi siempre podremos encontrar ciertos elementos en los que sí estemos de acuerdo. Enfatizarlos refuerza la idea de que no hay bandos, sólo posturas, utilizad frases como “estoy de acuerdo con eso”, “tienes razón en que…”, “como bien has dicho…”, etc…
  • Sinceridad: es importante ser sincero en el discurso. Introducir falsedades, aunque se haga con buena inención, suele ser contraproducente. Si nuestro interlocutor detecta inconsistencias desconfiará (y con razón).
  • Hablar en frío: Todo el mundo se “calienta” en alguna ocasión. Pero una comunicación positiva no suele ser compatible con un estado de ánimo alterado. Posponer un enfrentamiento para asegurar un correcto enfoque del asunto es recomendable.
  • La actitud corporal: nuestro cuerpo transmite mucha información. Se puede utilizar para mejorar las oportunidades en una conversación: colocarse de cara al interlocutor expresa franqueza y atención, mantenerse a su misma altura expresa igualdad de condiciones. Por el contrario, cruzar los brazos expresa cierre y enfado, ocultar las manos puede ser interpretado como amenazante o falso, de modo que es mejor mantenrlas a la vista y utilizarlas de un modo suave para enfatizar. La postura general del tronco también transmite mensajes: una actitud encorvada transmite debilidad o vulnerabilidad. La postura envalentonada, con los hombros echados para atrás y el pecho adelantado sugieren agresividad y amenaza. Lo ideal es una postura erecta pero relajada.
  • Prestar atención: dedicar el tiempo que el otro dedica a hablar a planificar nuestro discurso es un error que a menudo se comete. Es muy importante prestar auténtica atención a lo que nos dice la otra persona y permitir que nuestro propio discurso se vea afectado por las aportaciones del otro.
  • Cambiar de opinión: tratar de mantener la coherencia con nuestro punto de vista inicial a toda costa es también contrario a una comunicación constructiva. Es necesario ser capaz de cambiar de opinión en puntos concretos o en las conclusiones generales. Si durante una misma conversación cambiamos de opinión sobre algo, es también importante dejar claro que se ha producido ese cambio de modo que por un lado dejamos claro nuestra flexibilidad y por otro evitamos que nuestro interlocutor piense que somos incoherentes.
  • Reconocer los propios errores: a menudo, las consecuencias de no reconocer un error son peores que las del propio error. En todo caso, ocultar los fallos propios es una falta de sinceridad. Para establecer una comunicación efectiva se necesitan ciertas premisas (derechos y deberes de los comunicadores) y entre ellos está el derecho a equivocarse. A menudo, la gente está más dispuesta a perdonar un error si el que lo cometió lo reconoce. Ello no implica fustigarse o humillarse, es también importante no sobrevalorar los fallos (después de todo, nadie es perfecto) El reconocimiento ha de ir acompañado, lógicamente, de una intención de enmendarlo ya que si no esa admisión de culpa resulta exasperante (“ya sé que soy muy machista, pero qué quieres que le haga, nací en otra época”) o bien de una negociación para compensar la falta (“No puedo soportar limpiar el urinario ¿Qué te parece si te encargas tú y yo me encargo de lavar los platos que a ti te disgusta mucho?”). Aportar soluciones a las posibles consecuencias negativas de ese error es también recomendable (“siento haberte estropeado el ordenador, me ocuparé de hacerlo arreglar y correré con los gastos”)

VENTAJAS DE LA COMUNICACIÓN ASERTIVA

  • Disminución de la ansiedad.
  • Aumento de relaciones más íntimas y significativas.
  • Una mejor adaptación social.
  • Un aumento de la autoestima.
  • Aumento de la confianza y seguridad en ti mismo.
  • Mejorar la aceptación y el respeto propio y el de los demás.
  • Expresión de sentimientos, derechos y deseos tanto positivos como negativos de una forma eficaz.
  • Aumento de la empatía (capacidad de ponerse en el lugar del otro).

NUESTROS DERECHOS ASERTIVOS

(Autor: J.C. Vicente)

  • A ser tratados con respeto y dignidad.
  • A equivocarnos y ser responsables de nuestros errores.
  • A tener nuestras propias opiniones y valores.
  • A tener nuestras propias necesidades, y que sean tan importantes como las de los demás.
  • A experimentar y expresar los propios sentimientos, así como a ser sus únicos jueces.
  • A cambiar de opinión, idea o línea de acción.
  • A protestar cuando se nos trata injustamente.
  • A intentar cambiar lo que no nos satisface.
  • A detenernos y pensar antes de actuar.
  • A pedir lo que queremos.
  • A hacer menos de lo que humanamente somos capaces de hacer.
  • A ser independientes.
  • A decidir qué hacer con nuestro propio cuerpo, tiempo y propiedad.
  • A sentir y expresar el dolor.
  • A ignorar los consejos.
  • A rechazar peticiones sin sentirnos culpables o egoístas.
  • A estar solos aun cuando deseen nuestra compañía.
  • A no justificarse ante los demás.
  • A no responsabilizarse de los problemas de otros.
  • A no anticiparse a las necesidades y deseos de los demás.
  • A no estar pendiente de la buena voluntad de los demás.
  • A elegir entre responder o no hacerlo.
  • A hablar sobre el problema con la persona involucrada y aclararlo, en casos límite en que los derechos de cada uno no están del todo claros.
  • A hacer cualquier cosa mientras no violes los derechos de otra persona.
  • A escoger no comportarte de forma asertiva o socialmente hábil.