(extraído del libro "Martes con mi viejo profesor", de Mitch Albom)
 
Enseñanzas que el catedrático Morris Schwartz, con una enfermedad degenerativa en fase casi terminal, transmite a su antiguo alumno/amigo universitario en su última asignatura: "El sentido de la vida":
 
  • Lo mas importante de la vida es aprender a dar amor y a dejarlo entrar. El amor es el único acto racional
  • Me permito un buen llanto si lo necesito. Es toda la autocompasión que me concedo. Después me concentro en todas las cosas buenas que me quedan en la vida.
  • A veces no eres capaz de creerte lo que ves, tienes que creer lo que sientes. Y si quieres que los demás lleguen a confiar en ti, también tú debes sentir que puedes confiar en ellos, aunque estés a oscuras Aunque te estés cayendo.
  • Estamos muy absortos en asuntos egocéntricos, en nuestra carrera profesional, en la familia, en tener dinero… estamos muy ocupados en billones de actos pequeños que sólo sirven para salir adelante De modo que no adquirimos la costumbre de contemplar nuestras vidas desde fuera y decirnos: ¿esto es todo? ¿es esto todo lo que quiero? ¿me falta algo?. Necesitas que alguien te empuje en ese sentido. Todos necesitamos maestros en nuestras vidas.
  • No trabajaré nunca explotando a otra persona y no consentiré nunca ganar dinero a costa del sudor de otros.
  • Todo el mundo sabe que se va a morir pero nadie se lo cree. Si nos lo creyéramos haríamos las cosas de otra manera. Es mejor saber que te vas a morir y estar preparado en cualquier momento. Así, puedes llegar a estar verdaderamente más comprometido en tu vida mientras vives. Haz lo que hacen los budistas. Haz que todos los días se pose en el hombro un pajarito que te pregunta:"¿Es éste el día? ¿Estoy preparado? ¿Estoy haciendo todo lo que tengo que hacer? ¿Estoy siendo la persona que quiero ser?".
  • Cuando aprendes a morir, aprendes a vivir. Te quitas de encima todas esas tonterías y te centras en lo esencial. Cuando te das cuenta de que te vas a morir, lo ves todo de manera muy diferente. Las cosas a las que dedicas tanto tiempo, todo ese trabajo que haces, podrían parecerte menos importantes. Podrías tener que hacer sitio a cosas más espirituales.
  • Si no tienes el apoyo, el amor, el cariño y la dedicación que te ofrece una familia, no tienes gran cosa. Amaos los unos a los otros o pereceréis. La familia no es sólo amor, es también seguridad espiritual, te hace saber que hay alguien velando por ti. Nada en el mundo te dará eso. Ni el dinero, Ni la fama. Ni el trabajo.
  • Si quieres tener la experiencia de ser completamente responsable de otro ser humano y de aprender a mar y a estrechar lazos de la manera más profunda, entonces debes tener hijos.
  • Tienes que aprender a desligarte. El desapego no significa que no dejes que la vivencia penetre en ti. Al contrario, dejas que penetre en ti plenamente. Así es como eres capaz de dejarla.
  • El envejecimiento no es sólo decadencia. Es crecimiento. Es algo más que el factor negativo de que te vas a morir, también es el factor positivo de que entiendes que te vas a morir, y de que vives por ello una vida mejor. Tienes que encontrar lo que hay de bueno, de verdadero y de hermoso en tu vida tal como es ahora. Si miras atrás, te vuelves competitivo. Y la edad no es una cuestión de competitividad.
  • El dinero no sirve de sucedáneo de la ternura, y el poder tampoco. Ni el dinero ni el poder te darán el sentimiento que buscas, por mucho que tengas de las dos cosas.
  • Lo que aporta satisfacción de verdad es ofrecer a los demás lo que puedes dar. No el dinero, sino tu tiempo, tu interés, tu capacidad para contar cuentos… Así es como empiezas a recibir respeto, ofreciendo algo que tienes. Dedícate a amar a los demás, dedícate a la comunidad que te rodea y dedícate a crear algo que te aporte un norte y un sentido. Haz la cosas que te salen del corazón. Cuando las hagas, no estarás insatisfecho, no tendrás envidia, no desearás las cosas de otra persona. Por el contrario, lo que recibirás a cambio te abrumará.
  • Cuando estés con alguien mírale directamente a los ojos y escúchale como si fuese la única persona en el mundo. Estate plenamente presente.
  • El matrimonio te pone a prueba. Descubres quién eres, quién es la otra persona,  de qué manera te adaptas o no te adaptas. Si no respetáis a la otra persona, vais a tener muchos problemas. Si no sabéis transigir, vais a tener muchos problemas. Si no sabéis hablar abiertamente de lo que pasa entre vosotros, váis a tener muchos problemas. Y si no tenéis un catálogo común de valores en la vida, vais a tener muchos problemas. Vuestros valores deber ser semejantes. Y el mayor de esos valores es vuestra fe en la importancia de vuestro matrimonio.
  • El cómo piensas, el qué valoras, debes elegirlo tú mismo. No puedes dejar que nadie, ni que ninguna sociedad lo determine por ti.
  • Antes de morir, perdónate a ti mismo, después perdona a los demás. No tiene sentido guardarse la venganza ni la terquedad, ni el orgullo ni la vanidad. No te puedes quedar atascado en el arrepentimiento por lo que debería haber pasado.
  • Mientras podamos amarnos los unos a los otros y recordar el sentimiento de amor que hemos tenido, podemos morirnos sin marcharnos del todo nunca. Todo el amor que has creado sigue allí. Todos los recuerdos siguen allí. Sigues viviendo en los corazones que has conmovido y que has nutrido mientras estabas aquí. Al morir se pone fin a una vida, no a una relación personal.
  • En los negocios, las personas negocian para ganar, negocian para obtener lo que quieren. El amor es diferente. El amor es cuando te preocupas tanto por la situación de otra persona como por la tuya propia.