Ternura

No es ternura el fuego de una pasión…
sino la suavidad de una caricia.

No es ternura el oleaje que se desborda…
sino el beso del cielo con el mar.

No es ternura la montaña que nos sobrecoge…
sino la maceta de violetas perfumadas en la ventana.

No es ternura lo grandioso…
sino la delicadeza, la insignificancia, el detalle.

No es ternura lo que se da…
sino lo que se refleja y se deja traslucir.

No es ternura el sol que calcina…
sino la luna que embruja.

No es ternura el fuego que abraza…
sino el leño que se consume.

No es ternura lo que sobresale y resalta…
sino el escondite…el beso… la insinuación…
la luz y la rosa.

La ternura parece por momentos olvidada
y tendríamos que revivirla pues es lo que logra
que nuestros días, nuestra vida, pasen de ser
un mero transitar a ser inolvidables.

La ternura está en aquello que parece pequeño
pero que se hace grande en el corazón.

El beso sincero, el apretón cálido de manos,
el abrazo inesperado,
una mirada llena de cariño que nos dice :
¡estoy aquí, puedes contar conmigo !
pocas palabras en un papel que dicen todo.

En los niños vemos la ternura todos los días:

Nos cautivan con sus expresiones sinceras,
con la caricia que llega a nosotros sin tener
que hacer ningún reclamo.
En el beso, en el abrazo cortito
que no puede envolvernos pero que nos hace sentir
ese corazoncito muy cerca de nosotros.

Hemos crecido, somos adultos,
dejamos muchas cosas olvidadas.
De tanto golpearnos quedaron en nuestro interior
adormecidas, paralizadas, congeladas.

Intentemos revivirlas !

La ternura no está en lo grande,
ni en lo brillante,
ni en lo que se destaca,
está en lo chiquito,
en lo sencillo,
en esas pequeñas cosas de todos los días.

La ternura es eso que :
«vitaliza al anciano,
duerme al niño,
¡y desarma al hombre! «

~ regalando ternura, a ti..amigo y a ti, amiga

(de «Ramilletes de estrellas»

Zenaida Bacardí de Argamasilla)


Ternura

 

Ser tiernos es ser suaves,

blandos, delicados, cálidos, amorosos.

La ternura es lo contrario de dureza, de inflexibilidad.

Quienes se atrincheran en la dureza,

se privan de la hermosa oportunidad de dar y recibir afecto. 

 

La ternura atrae, encanta, afirma, fortalece.

La ternura se regala en la mirada,

en el tono empleado para solicitar un favor, en el saludo,

en la manera de estrechar una mano

y hasta en la forma de dirigirnos a la persona que nos atiende

en el restaurante.

 

La ternura es privilegio de aquellos

que se atreven a abrir el corazón,

de aquellos que no temen ser vulnerables;

por eso es patrimonio de las almas claras. 

Los niños educados con amor son casi siempre tiernos,

al igual que las personas de edad avanzada

que han vivido activa y plenamente.

 

Siempre he pensado que uno de los ingredientes del amor

es una sustancia llamada ternura. 

Una buena dosis de ella

le da una dimensión más amplia y significativa al encuentro amoroso. 

La ternura y la pasión forman una mezcla

que nutre, refresca y renueva la relación entre las personas que se aman. 

 

La pasión se extingue fácilmente,

en tanto que la ternura depende menos de fluctuaciones anímicas,

sobrevive al envejecimiento del  cuerpo y le da juventud al alma.

 

La ternura es una cualidad

que puede ser cultivada y mejorada conscientemente. 

Ser tiernos es una determinación que podemos tomar

y una decisión que implica riesgos;

es decidirnos a amar y ofrendarnos sin recelos ni temores.

 

(Luis Gaviria Vele)