Una vez un guerrero indígena muy respetado y la hija de una mujer que había sido matrona de la tribu, se enamoraron. Se amaban profundamente, y habían pensado en casarse, para lo cual tenían el permiso del cacique de la tribu. Pero antes de formalizar el casamiento fueron a ver al Brujo, un hombre muy sabio y muy poderoso, que tenía elixires, hierbas increíbles y conjuros, para saber si los astros estaban a su favor… si los Dioses los iban a proteger.El brujo, les dijo que ellos eran buenos muchachos, jóvenes y que no había ninguna razón para que los dioses se opongan. Entonces ellos le dijeron que querían hacer algún conjuro que les diera la formula para ser felices siempre… El brujo les dijo:

– Bueno hay un conjuro que podemos hacer, pero no sé si están dispuestos porque es bastante trabajoso.
– Sí, claro- respondieron.

Entonces el brujo le pidió al guerrero que escale la montaña más alta, busque allí al halcón más vigoroso, el que vuele más alto, el que le parezca más fuerte, el que tenga el pico más afilado, y que se lo traiga vivo. Y le dijo a ella:

– A tí no te va a ser tan fácil, vas a tener que internarte en el monte, buscar el águila que te parezca que es la mejor cazadora, la que vuele más alto, la que sea más fuerte, la de mejor mirada, vas a tener que cazarla sola, sin que nadie te ayude y vas a tener que traerla viva aquí.

Cada uno salió a cumplir su tarea. Cuatro días después volvieron con el ave que se les había encomendado, y le preguntaron al brujo:

-¿Ahora qué hacemos?, ¿las cocinamos?, ¿las comemos?, ¿tomamos su sangre?… ¿qué hacemos con ellas?
– Vamos a hacer un conjuro que se llama:¿Volarán alto?
– Bien – le dijeron.
-¿Eran fuertes las alas de estas aves, eran sanas, independientes?- preguntó a ambos:
– Sí – contestaron.
– Muy bien, ahora átenlas entre sí por las patas y suéltenlas para que vuelen…- dijo el brujo

Entonces el águila y el halcón comenzaron a tropezarse, intentaron volar, pero lo único que lograban, era revolcarse en el piso, y se hacían daño mutuamente, hasta que empezaron a picotearse entre sí. Entonces el brujo de la tribu les dijo:

– Este es el conjuro, si ustedes quieren ser felices para siempre: Vuelen independientes y jamás se aten el uno al otro.

Creo entonces, que hay que hacerse cargo de uno mismo. Si usted y yo fuésemos pareja, yo tengo que hacerme cargo de mi, y quizás un ratito de mi pareja, pero jamás de usted. Y usted tiene que hacerse cargo de usted y quizás de nuestra pareja, pero nunca de mí… el día que entendamos esto vamos a entender aquella vieja historia

Jorge Bucay