(fragmentos del libro «Amarse con los ojos abiertos» de Jorge Bucay y Silvia Saliinas)

 

Toda relación íntima en la que podemos abrirnos y lograr encuentro y entrega pertenece a las cosas más gratificantes que podamos vivenciar; buscamos en ella contacto, amor, intimidad, porque son estas las situaciones que más nos enriquecen, las que nos hacen sentir vivos, las que nos llenan de fuerza y de ganas.

La paradoja empieza cuando nos damos cuenta de que al mismo tiempo son justamente estas relaciones las que nos provocan mayor sufrimiento y mayor dolor, muchísimo más que ninguna otra.

Cuando nos abrimos a la intimidad, al amor, al encuentro, nos exponernos también a sufrir y a sentir dolor.

La fuerza que naturalmente nos empuja a dejarnos llevar por nuestras emociones y a generar el encuentro se enfrenta con la natural tendencia a cuidarnos para no sufrir, porque intuimos, con certeza, que si nos abrimos a una persona esto le concederá al otro la posibilidad de herirnos.

Todos tenemos una personalidad, una coraza que no quiere tomar ese riesgo de ser lastimado y por lo tanto se cierra.

Amor e intimidad solo pueden darse cuando nos abrimos presentes a alguien; pero esto es imposible si estamos con la armadura puesta, encerrados en nuestro castillo o escondidos en nuestra estructura.

En nuestro intento de decir no al dolor decimos no al amor. Y lo que es peor, nos decimos no a nosotros mismos.

 

(…)

 

Amar tiene que ver con la decisión de dejar entrar al otro, con bajar mis defensas con abandonar mi desconfianza, con animarme a salir de mis ideas rígidas en su honor y ponerme en actitud de ver cómo es, cómo se mueve y cómo piensa, sin intentar que piense como yo o que haga lo que yo pienso; tiene que ver con no intentar forzarme a ser como yo creo que a él le gustaría.

Creo que el amor es algo que va sucediendo. Pero para llegar a eso hay que atravesar los prejuicios que nos impiden el amor. Y uno de esos prejuicios es nuestra definición cultural de pareja.

¿Qué es una pareja? ¿Qué es lo que hace que dos personas sean una pareja? Vos siempre mencionas el proyecto en común. Nunca se me hubiera ocurrido; yo pienso que son otras cosas, pero te escucho.

El gusto de estar juntos, ésta sería otra definición.

Obviamente, si solo estoy evaluando cuán lindo es, cuánto dinero tiene o cuánto me quiere, eso me impedirá conectarme con lo que me pasa estando con él.

Podría decir que desde el placer de estar con otro tomamos la decisión de compartir la mayoría de las cosas con esa persona, y esa es una decisión interna. Ni siquiera tiene que ver con quien uno vive, ni siquiera es voluntaria, más bien es algo que ocurre cuando nos sentimos unidos a otro de una manera diferente. Es un compromiso interno. Cuando estamos conectados con la presencia de ambos.

Presencia.

¿Qué es presencia?

Estar en el aquí y ahora es quizás !a parte más importante de este desafío.

Es necesario aceptar sin falsas modestias que lo que hace al presente tan especial y tan diferente del pasado y del futuro es, sin lugar a dudas, mi presencia. Esto está ocurriendo verdaderamente, está disponible y yo lo estoy viviendo.